Mujaawarah de primavera

Mujaawarah de primavera

Espacio de pensamiento: maternar la tierra

20-21 de mayo, 2023

Queridas vecinas, queridos vecinos, amistades, colegas, muchas gracias por llegar hasta aquí, por desplazaros desde vuestras casas  para compartir con nosotras, en este lugar tan bello como aislado, nuestra Mujaawarah de primavera. He decidido escribir una carta para  presentar este encuentro pues el género epistolar sigue siendo, junto a la poesía, uno de los medios más directos para conectar las palabras con el corazón. 

Como saben, hemos puesto en marcha este proyecto cultural, el Instituto de la tierra, al interior de la finca El Planchón. Somos una asociación cultural sin fines de lucro invitada -creo que esta sería la mejor forma de expresarlo-  a trabajar en este espacio, con lo que es visible: esta tierra, este paisaje, estas montañas, estas instalaciones, sus arquitecturas vernáculas, su espesa y contundente dimensión material. Pero también hemos venido a trabajar con todo lo que no vemos: lo que está oculto, camuflado, lo que ha sido omitido o silenciado.

¿Por qué hemos decidido llamar a este encuentro mujaawarah? ¿Por qué usar un concepto árabe para una actividad en Extremadura? Porque uno de los compromisos esenciales de este espacio que estamos creando es, como he dicho antes, con la memoria de esta tierra. No solo con la memoria de hace 100 o 150 años, que en el caso extremeño tiene la trascendencia de sus luchas campesinas. Queremos ir más atrás y traer al presente la memoria ancestral de este territorio; queremos indagar en las capas más profundas del lugar que ahora pisamos. Es allí donde encontramos el mestizaje con la cultura islámica, la hibridación de lenguas y de formas de vida que no tienen un lugar en los relatos identitarios locales. Esa hibridación está aquí, todas descendemos de ese linaje, de ese “cruce de razas, esa sangre universal», en palabras del escritor extremeño Víctor Chamorro.  Queremos dar un espacio para que esa memoria emerja y se manifieste en el presente.

Hemos denominado maternar la tierra a este encuentro porque, como dice la antropóloga argentina Rita Segato, la lucha de las mujeres no es por las mujeres, es por toda la humanidad. Entendemos que los saberes ancestrales del cuerpo femenino portan información privilegiada para revertir la enorme crisis que atravesamos, lo que Casilda Rodrigañez llama “el orden simbólico de la madre”. Desde otros territorios se viene reflexionando desde hace tiempo sobre la crisis del clima desde una perspectiva interseccional, tomando cuenta el conjunto de variables que han desencadenado la situación actual y que incluyen la opresión racial o de identidades étnicas no occidentales, la continuidad de un sistema mundo de base colonial, la discriminación capacitista, geográfica, el menosprecio por los saberes tradicionales, campesinos o por  la vida en entornos no urbanos. La socióloga maya Gladys Tzul Tzul dice que lo indígena no es una abstracción, se refiere a formas concretas de sostener y reproducir la vida en un territorio. En este contexto, es también lo autóctono, lo que nos precede, lo que debemos cuidar, sostener,  maternar. Ese, creemos, es el mandato.

(Fragmento del texto Carta a nuestras vecinas de Andrea Pacheco González)

Durante este encuentro, se abrió un espacio de conversación a partir del texto “El deseo materno y el orden simbólico de la madre” de la escritora Casilda Rodrigáñez. Dice Casilda: “El amor a la madre nos lleva al deseo materno, el deseo materno al orden simbólico, y el orden simbólico al orden social que corresponde a nuestra condición humana”. Junto a un diverso grupo humano, compartimos ideas y  experiencias de vida.

📷 Fotografías de Alfredo Cáliz

📍 Proyecto financiado por la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes de Extremadura y por la Unión Europea – NextGenerationEU.